Por las hoces del Júcar y del Huécar, cuando “estamos a treinta del abril cumplidos” y las rondallas se disponen para cantar los mayos, los guillomos, que se habían pasado desnudos y desapercibidos todo el invierno y parte de la primavera, ahora llaman la atención. Amplios retazos de las empinadas laderas resplandecen por la blancura de sus flores, matizada por el tono verdoso que le aportan sus hojas. Unas y otras brotan casi al mismo tiempo, al contrario de sus parientes los endrinos y los almendros, que florecen antes y que hasta que las flores no empiezan a marchitarse, no echan las hojas.
Podemos verlos en infinidad de sitios de nuestra Serranía, en grupos o aislados, en los pinares, carrascales y quejigares aclarados, entre las peñas de los barrancos. Aquí al lado de Cuenca, tenemos buenos lugares para observarlos. En la Hoz del Júcar, por los alrededores de Las Grajas. En la umbría de la Hoz del Huécar, sobre todo enfrente de la Cueva del fraile, del caserío de Molinos de Papel y del de Palomera hasta Las Pozas, ocupando los claros que dejan las pinadas de repoblación. El guillomo, amante de los terrenos pedregosos y de las risqueras calizas, está aquí en su casa.
Si hermosas están en primavera la Hoces no lo van a estar menos en otoño, cuando los guillomos, antes de perder sus hojas, en un canto de cisne, tomen mil tonalidades de amarillos, ocres, pardos y rojos.
El guillomo es un arbusto de entre uno y tres metros [1]. Si te acercas puedes apreciar cómo las ramillas más jóvenes son largas, flexibles y rojizas. Las menos jóvenes se vuelven grises y las viejas casi negras. A medida que envejecen se pueblan cada vez más de líquenes de todos los colores. Es una planta de cuerpo algo atormentado por la multitud de tallos intrincados y que, a veces, hace difícil atravesar un guillomar. ¡Menos mal que no tiene espinas!
Sus hojas son pequeñas y ovaladas, pero de puntas romas. El borde es aserrado por infinidad de dientecillos. El haz ofrece un verde claro y el envés está cubierto de una pelusilla blanquecina, o borra, que, si le pasas el dedo, se desprende, formando pelotillas.
La flor tiene cinco pétalos blancos, más anchos por el extremo y más estrechos por la base, espatulados, lo que da la sensación como si estuvieran en el aire, sin conexión con el resto de la flor. Los pétalos son tan largos y están tan juntas las flores que aquellos se tocan y entremezclan. Las hojas y las flores aparecen en cortos ramilletes a lo largo de las ramas. Cada ramillete tiene debajo las hojas y, muy juntas, en el extremo, las flores en grupos de 4 a 8.
A lo largo del verano le va madurando un frutillo comestible y dulce, los mellominos o guillomas, de color azul oscuro casi negro y de poca carne, algo incómodas de comer por la presencia de bastantes simientes. Tiene una corona de cinco puntas que son los restos de los sépalos de la flor.
Se extiende desde el norte de Portugal y el Magreb hasta el Mediterráneo oriental por todo el centro y sur de Europa. En España ocupa, sobre todo, la mitad oriental. Dice Font Quer que en Cataluña y zonas próximas de Aragón y Valencia se lo buscaba para “rebajar la sangre”, es decir, para combatir la hipertensión arterial. También nos recuerda que los botánicos aragoneses Loscos y Pardo dan cuenta que, a mediados del siglo XIX, se vendía por las calles de Zaragoza leña de “carrasquilla”, que es el nombre que allí le daban al guillomo.
Era muy frecuente cuando se trillaba el trigo en las eras que para barrer éstas se usaran escobones confeccionados con sus flexibles tallos.
El nombre de “hierba o planta del riñón”, con el que se denomina en algunos lugares, parece aludir a sus propiedades diuréticas. Para ello se empleaba, en infusión, la corteza de sus ramillas más tiernas.
Los frutos son muy apreciados por las aves frugívoras y también, en algunas zonas, por las gentes que hacen licores, mermeladas o confituras. Se dice, sin embargo, que las semillas, comidas eso sí en gran cantidad, pueden ser tóxicas.
Es miembro de la familia de las Rosáceas, a la que pertenecen las especies ya mencionadas y un sinfín de otras, entre las que destacan muchos de los frutales que nos alimentan (manzanos, perales, cerezos, ciruelos, melocotoneros, etc) y los llamativos rosales, imprescindibles en jardinería y perfumería. El guillomo es también usado por los jardineros de todo el mundo que lo doman y lo embellecen a base de cuidados y lo hacen todavía más hermoso.
Su nombre científico es “Amelanchier ovalis”. Leemos en la Flora Ibérica del CSIC que “Amelanchier” lo introdujo el médico provenzal Pierre Pena en 1570 partir de la palabra “amelanche”, que es el nombre que le daban los franceses al fruto, por su sabor dulce, “a miel”. Ovalis alude a la forma oval de sus hojas.
Tiene infinidad de nombres en castellano. En la ficha correspondiente al guillomo de la Flora Ibérica del CSIC aparecen unas 40 denominaciones locales del guillomo. Entre ellas: amelanchero, bellomera, bullomera, carrasquilla, corruñé, griñolera, hierba del riñón, cornijuela, durillo agrio, etc. Señala esta ficha también, para nuestro regocijo, el nombre tradicional que se le da en Cuenca, Guadalajara y Teruel: mellomo al árbol y mellomino al fruto. Francisco Piñas en su “Cuenca. Hoz del Júcar. Plantas de la ribera izquierda”, señala que el nombre que recibe en Cuenca y en varios pueblos serranos es el de “milloma” y que hay autores conquenses que lo llaman también “guillomo” y “millomo”.
Es una pena que los nombres autóctonos se vayan perdiendo. Apenas van quedando pastores y paisanos que conozcan nuestra flora y nos trasmitan los nombres antiguos. Hoy en día, surge un nuevo conocedor del campo, menos enraizado, más urbanita, que es el amante de la naturaleza y de los libros y que aplica las denominaciones académicas. Algo es algo.
Bibliografía
- FLORA IBÉRICA. (Plantas vasculares de la Península Ibérica y Baleares), Vol. VI (Rosaceae) VVAA. Real Jardín Botánico, CSIC. Madrid 1998. Pp.430-433.
- PLANTAS MEDICINALES (El Dioscórides renovado). Pio Font Quer. Editorial Labor,S.A. 1985.
- LA GUIA DE INCAFO DE LOS ÁRBOLES Y ARBUSTOS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. Ginés López González. Madrid, 1982.
- GUIA de los árboles y arbustos de la Península ibérica y Baleares (Especies silvestres y las cultivadas más comunes). Ginés López González. 2ª edición corregida. Ediciones Mundi-Prensa. 2004. pp 505-506.
- CUENCA. HOZ DEL JÚCAR. Plantas de la ribera izquierda. Francisco Piñas Amor. Ayuntamiento y Diputación de Cuenca. Cuenca, 1995.
[1] Árbol es la planta leñosa que mide más de 5 metros y tiene un tronco único, grueso, que a partir de cierta altura se ramifica. Arbusto es la planta leñosa que mide menos de 5 metros y se ramifica desde el suelo sin tener un tronco predominante.¡ La mata es la planta leñosa que no mide más de un metro o poco más, en todo caso. Las plantas que no son leñosas se denominan hierbas. Sus tallos son tiernos.
Amante de la naturaleza. Agente medioambiental de la CH Júcar