No hay mejor ave para el primer número de esta revista que una familiar, un parroquiano que juegue en nuestros parques y jardines, y que, además sea un fiel compañero en los paseos por caminos entre campiñas, sotos y arboledas. Una especie que al escucharla el oído se endulce, que desprenda el olor del campo en sus gorjeos y que sirva como éxito seguro en nuestra “antología” del canto de los pájaros. Y ese es nuestro jilguero (Carduelis carduelis).
El jilguero es un grácil, alegre y colorido pajarillo, que, a pesar de poder pasar inadvertido en vuelo, su canto y sus vivos colores lo convierten en uno de los pájaros más populares y deseados. En Cuenca le conocemos como “Colorín” por ser su vestido una pequeña pero variada paleta de colores donde el rojo carmín, negro carbón, ocre arena, blanco marfil y amarillo dorado se entremezclan para embellecer nuestros paisajes castellanos.
Cuando las hojas empiezan a temblar y caer de las ramas y el frío envuelve a la provincia, se agrupa en grandes bandadas – incluso de cientos de individuos – sobre cultivos o áreas cercanas a poblaciones urbanas en busca de semillas perdidas en los campos baldíos.
Se asocia con otras especies de su misma familia como verdecillos, pardillos o verderones y de esta forma combaten las bajas temperaturas y se defienden de posibles depredadores como el astuto Gavilán. Con la entrada de la primavera, le toca la hora de enamorarse al pequeño Jilguero y junto a su pareja construye un modesto nido de vilanos y hebras de lana en las ramas más altas de árboles o arbustos. Suelen ser dos o tres puestas entre abril y agosto de donde saldrán las nuevas generaciones deseosas de volar y cantar. Es un ave muy común a lo largo y ancho de la provincia de Cuenca, aunque en las zonas más altas de la Serranía (más de 1500 metros), donde se extienden grandes masas forestales de pino, se convierte en una especie escasa.
Para conocer mejor a nuestro ligero amigo no hay que ir más allá de sus nombres y apellidos. En la naturaleza, este es un truco imprescindible y en el caso del Jilguero no iba a ser una excepción. El nombre jilguero, aunque con cierta polémica pues puede provenir de la palabra silybum (especie de cardo en latín), hace referencia a los paños antiguos de seda llamados sirgos (del latín serĭcum), voz de la que se derivaría sirguero y de ahí jilguero. Sus bellos colores no pasaron inadvertidos tampoco para zonas de Castilla y León donde se le denomina Siete Colores. Tampoco para la lengua inglesa donde es llamado “goldfinch” (Pinzón dorado) haciendo alusión a las franjas amarillas de sus alas primarias y secundarias que son ampliamente visibles tanto en vuelo como en reposo.
Por otro lado, su nombre científico en latín (Carduelis carduelis) y sus distintas variaciones en catalán (Cadernera), italiano (Cardelina) o francés (Chardonneret) nos desvela su principal hábito alimenticio: los cardos. Son las semillas aún no maduras de cardos o jaramagos – especialmente en verano y otoño- su principal alimento y es un agradable placer observarlos en lo alto de estas plantas decidiendo nerviosamente que semilla escoger con su pico fuerte y puntiagudo.
Estas notables y hermosas propiedades le han proporcionado un hueco en el arte. Numerosos pintores lo han utilizado en sus obras, principalmente bodegones y pasajes religiosos como la Pasión de Cristo. Cuenta la leyenda que cuando Jesús de Nazaret estaba en la cruz un Jilguero quiso quitarle los clavos y las espinas de la corona quedando manchado de sangre su rostro para siempre.
Sin embargo, sus clavos y espinas son su bello y melodioso canto, pues esto lo ha convertido en el ave de jaula más trampeada. Maldita contradicción. Querido por su acelerado y variado gorjeo ha sido tradicionalmente capturado desde tiempos inmemoriales. Aunque no tan frecuente como décadas atrás, en Cuenca y provincia se sigue capturando desafortunadamente con técnicas como el reclamo, la red de trampeo o el pegamento llamado liga con el que se unta el esparto o finas ramas y que se coloca en lugares estratégicos rociados con puñados de semillas. Además, en las últimas décadas, los insecticidas y pesticidas agrícolas también están jugando una mala pasada al Jilguero y en algunos lugares de la provincia sus números decrecen y su canto comienza a desvanecerse.
Es importante remediar estos graves problemas ya que los jilgueros cumplen una importante función ecológica como dispersor de semillas, sirven como alimento para otras aves o mamíferos y, por tanto, su presencia es un indicador de la buena salud del ecosistema. Su conservación es fundamental para mantener nuestros campos sanos y alegres.
Contemplar y escuchar el jilguero en libertad nos transporta al tiempo en el que la patria era un desorden de diferentes y coloridas flores rodeadas de encinas y robles, nos embauca con la misma magia que a nuestros antepasados y nos hace soñar caminos en verdes campos. Conocer el Jilguero es conocer un poco mejor nuestra tierra, así que “colorín colorado” …
En la llama del verano,
Que ondula con los trigales,
Sus regocijos triunfales
Canta el jilguerillo ufano.
Canta, y al son peregrino
De su garganta amarilla,
Trigo nuevo de la trilla
Tritura el vidrio del trino.
Y con repentino vuelo
Que lo arrebata, canoro,
Como una pavesa de oro
Cruza la gloria del cielo.
Leopoldo Lugones
Muy bonito. Me apena y mucho ver un animal enjaulado. Los perros, y otros animales, que están en los pisos de las ciudades se encuentran faltos de libertad. Todos ellos deben vivir en su ambiente de libertad. La jaulas de oro y las cadenas de oro son cárceles y grilletes contrarias a libertad de todo ser animado. Los perros deberían estar en casas de campo, no en pisos de la ciudad. Los pájaros libres…. son más bellos…. tan bellos como este artículo.