EL ALMENDRO (Prunus dulcis)

EL ALMENDRO (Prunus dulcis)

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Aún es invierno aquí. Los árboles y arbustos caducifolios siguen sin hojas. Las matas frías y oscuras parecen muertas. La tierra húmeda y aterida espera el sol de primavera. De improviso, cualquier mañana de estas, un arbolillo de mediano tamaño, un gran escobajo sombrío de tronco tortuoso y resquebrajado, nos sorprende estallando en una radiante, densa y olorosa floración. Infinidad de florecillas de blancura luminosa o de tenue y delicado rosa cubren por completo el fúnebre ramaje todavía desnudo. 

Desde enero, o incluso antes, en la costa mediterránea, hasta febrero y marzo en las tierras altas de Cuenca, pasando por fechas intermedias de la Mancha y Manchuela, va el almendro floreciendo sucesivamente. Antes que ningún otro frutal, antes de que le nazcan las hojas. Precursor de la primavera, es un gozo admirar un almendro florido en el paisaje invernal. 

La flor del almendro nos ofrece un perfume delicado, intenso y único. El aroma embriagante y afrodisiaco de la flor del almendro sabe a la exquisita miel de los besos. Aspirar su fragancia de enamorados, es recobrar de nuevo las promesas de la vida.

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El almendro tiene orígenes míticos. La diosa hermafrodita Agdistis surgió, como un vegetal, de la tierra fecundada por el semen de Zeus, desprendido en sueños. Los demás dioses sintieron profunda aversión hacia este ser tan extraño para ellos, hasta el punto que le cercenaron los órganos masculinos. En el preciso lugar donde cayeron brotó un almendro de hermosos frutos. La náyade Nana (1) tomó uno de ellos y se lo guardó en el regazo para comerlo más tarde. El fruto desapareció misteriosamente y la ninfa quedó embarazada. Hijo del fruto divino del almendro nació Atis el bellísimo amante de la diosa Cibeles.

 Simboliza la dulzura, la ligereza y la vulnerabilidad, conceptos deducidos probablemente del dulce aroma y la delicadeza efímera de sus flores. (2)

Flores tan magníficas y olorosas dan una miel excelente y temprana. Una de las mejores. Las primeras abejas, probablemente hambrientas tras el prolongado ayuno invernal, se despiertan a la llamada de los almendros floridos y se vuelven locas libando de su néctar exquisito. Es la primera miel del año. Los colmeneros de Levante la recolectan ya a finales de febrero.  

El cáliz de la flor es una copilla granate o verdosa protegida en su base por varias brácteas protectoras (5).   El borde del cáliz se abre en cinco lengüetas, los sépalos. Vista desde arriba los sépalos forman una estrella verde entre los pétalos blancos o rosados. En el centro de la flor, frecuentemente rojo fuego, aparecen, como un manojillo de hilos blancos o rosados, los estambres de anteras amarillas.

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La floración es intensa, pero poco duradera.  Cuando las flores van siendo fecundadas, gracias precisamente a las abejas y abejorros que trasportan sin querer el polen de unas a otras, sus pétalos se desprenden y caen al pie del árbol dejando una alfombra de nieve.

Antes de caer los últimos pétalos ya surgen a mansalva las hojas muy verdes y brillantes, algo retorcidas, largamente ovaladas y puntiagudas con el borde aserrado. 

Habitante sobre todo del cálido y seco entorno mediterráneo, donde radican sus mejores y más extensas plantaciones, no se acobarda adentrándose en las frías tierras del interior. Eso sí, evita las umbrías y los hondos de nieblas heladoras.  Le vienen bien los cerros donde corre el aire y no cuaja la nocturna escarcha. El almendro busca las solanas y evita los suelos que se encharcan con frecuencia. Se desarrolla bien por aquí, porque le encanta la caliza. Como es una especie tan frugal y tan poco exigente abunda por todas partes, alrededor de campos y pueblos, a lo largo de carreteras y caminos, muchos plantados para ornamentación y compañía, otros espontáneos y silvestres.  

 Es autóctono del Norte de África y de Asia central y sudoccidental, pero se cultiva desde hace tanto tiempo y por tantos lugares que es uno de los frutales más familiares entre nosotros. Hispania era ya en tiempos romanos un gran productor (3). Hay sin embargo algún botánico (4) que afirma que en la Península Ibérica existe también la estirpe silvestre común con la norteafricana: el Prunus webbii imposible de distinguir por los profanos de los Prunus dulcis. Todo un desafío para los botánicos.

 Hay almendros con el fruto dulce y con el fruto amargo. Hay almendras comunes de cáscara gruesa y dura y las mollares de cáscara fina y frágil. Hay infinidad de variedades antiguas y nuevas que han intentado aumentar la producción y adaptarse a los diferentes climas regionales retardando su floración para eludir las heladas.

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Prunus son también los ciruelos, cerezos, albaricoqueros y muchos otros frutales de un solo hueso. Pertenecen a la familia de las rosáceas, como rosales y escaramujos, majuelos, perales o manzanos e infinidad de otros árboles y arbustos, silvestres o cultivados, de jardinería o frutales.  Y te preguntas que si el fruto del almendro es un fruto seco qué tendrá que ver con las jugosas ciruelas, cerezas o melocotones. Y es que la almendra no es el fruto sino el hueso del fruto, en cuyo interior queda protegida la semilla, que es lo que nos comemos. 

El fruto verdadero es el almendruco o arzolla, tierno corazoncillo alargado y puntiagudo forrado de terciopelo verde, de sabores ácidos, crujiente y de exquisita materia vegetal llena de matices.  Ir a coger almendrucos era una actividad propia de muchachos. Sin embargo, es una golosina envenenada. El almendruco y las almendras amargas contienen una sustancia, la amigdalina, que es la que da el olor característico y el sabor amargo, responsable de liberar en el organismo el letal ácido cianhídrico. He leído por ahí que con veinte almendrucos picas billete. Ahora bien, hace falta estómago para zamparse tantos. Es de tan poca carne que pronto se va secando hasta rasgarse. Entonces asoma marrón claro el duro hueso perforado de hoyetes como si hubiera pasado la viruela. Dentro, esperando que algo o alguien abra la caja fuerte del hueso, está la rica semilla blanca cubierta por una fina piel de color canela.

Podría estar Hipócrates pensando en la almendra precisamente cuando tuvo la fortuna de dejar para la posteridad aquello de “Que tu alimento sea tu medicina”. Porque es un fruto tan repleto de proteínas, de fibra, de grasa buena combatiente del colesterol, de tantos minerales esenciales como el calcio, el hierro, el magnesio, el potasio o el fósforo y de tanta porción de vitamina E que, efectivamente, es un alimento medicinal y, además, delicioso. 

Lo tomamos de mil maneras. Sencillamente nos comemos las almendras crudas, o tostadas o fritas, saladillas o sin sal. Almendras dulces y garrapiñadas. La almendra es el alma del turrón, del mazapán y de nuestro exquisito alajú. Se usa en toda clase de platos y guisos de carne o de pescado, de sopas, salsas y cremas. Recuerdo con predilección el ajoblanco, el otro gazpacho andaluz. En infinidad de postres y repostería como la tarta de Santiago. Extraemos de ellas los medicinales aceites y la leche de almendra.   Nos aclara el Diccionario de Autoridades de 1726 en qué consistía la antigua “almendrada”: “Bebida compuesta de almendras machacadas de que se saca la leche, y puesta al fuego se espesa por sí misma o con una yema de huevo. Es gustosa y muy provechosa para ablandar el pecho y dormir”. 

 Del almendro se aprovecha todo. De las flores se destilan refinados perfumes. Las cáscaras son excelente leña de alto nivel calorífico y gozan de propiedades para trasmutar en coñac los vinos blancos. Con su madera durísima y de hermosos tonos cobrizos se chapan tableros de aglomerado.

Corominas señala su etimología en el griego (amygdalé) pasando por el latín (amygdala). Amígdala es también en castellano el nombre culto de la almendra y del par de cuerpos linfáticos que montan guardia, como dos alabarderos, contra virus y bacterias en la puerta de la faringe. La inflamación de las amígdalas era las anginas que antaño nos daba tanto la lata a los chavales y que en muchas ocasiones conllevaba su extirpación.    

Hay refranes que recogen, literariamente, las cualidades del almendro. Covarrubias nos explica uno de sus tiempos: “En tierra de señorío almendro y guindo, y en tierra real noguera y moral”. Porque el almendro y el guindo son especies que echan fruto más pronto y viven menos, cosa que se agradece cuando no se tiene seguridad en que mantengamos durante mucho tiempo el derecho a su disfrute y aprovechamiento.  De refranero de Martínez Kleiser extraigo el siguiente que expresa la temprana y arriesgada floración: “Si el almendro no se apresurara, la flor no se le helara; aprendiera del moral que no se da prisa a brotar” (nº 2.508, p.28)

El almendro florido, fuente de sensualidad y sentimientos amorosos, fue frecuente recurso de poetas. Recuerdo a Antonio Machado en su poema “La primavera besaba”:

“Bajo ese almendro florido

Todo cargado de flor

-recordé-, yo he maldecido

Mi juventud sin amor”.

Hoy, en mitad de la vida,

Me he parado a meditar…

¡Juventud nunca vivida,

Quién te volviera a soñar!

 

Y a Miguel Hernandez poniendo broche a su escalofriante Elegía a Ramón Sijé:

“Tu corazón, ya terciopelo ajado,

llama a un campo de almendras espumosas

mi avariciosa voz de enamorado.

 A las aladas almas de las rosas

del almendro de nata te requiero,

que tenemos que hablar de muchas cosas,

compañero del alma, compañero”.

 

  1. Ninfa de los ríos.
  2. Diccionario de símbolos. Juan-Eduardo Cirlot. Ed. Labor, S.A. Barcelona, 1982
  3. Hoy España es el primer productor de Europa y el segundo del mundo tras EEUU. En los últimos años además se ha producido una explosión de nuevas plantaciones y un aumento considerable de la producción al haberse extendido el cultivo de riego por goteo.

  En el Anuario de estadística agraria 2015 (datos de 2014) en total 527.029 has (480.219 de secano y 46.770 has de regadío) con 196.000 tm de producción. En el de 2020 (datos 2019) 687.225 total (de secano 582.174 y regadío 105.051) con una producción de 340.421 tm. 

  La ESYRCE de 2021 (Encuesta sobre superficies y rendimientos de cultivos 2021 MAPA ) considera que hubo el año pasado 587.067 has de almendro de secano y 156.981 has de regadío en total 744.048 has y más de 100.000 has de almendros abandonados así como 22.000 de almendros no comercial. TOTAL 867.646 has. De ellos en CLM hay un total 154.597 has totales con 35.872 has de regadío y 118.725 has de secano, 7.291 has de almendro abandonado y 1.031 de no comercial. 

  1. Fue Louis Charles Trabut (1853-1929), botánico francés, quien planteó y documentó esta tesis aun en estudio.
  2. Las brácteas son hojas especiales, pequeñas, normalmente endurecidas e imbricadas como las tejas de un tejado para proteger las delicada parte inferior de las  flores.

 

 

BIBLIOGRAFÍA:

-Flora Ibérica.  Real Jardín Botánico, CSIC. Volumen VI (Rosaceae). Madrid 1998.

-La guía de Incafo de los árboles y arbustos de la Península Ibérica. Ginés López González. Madrid. 1982.

-Refranero General ideológico español. Compilado por Luis Martínez Kleiser. Ed. Hernando. Madrid, 1989.

-Diccionario de símbolos. Juan-Eduardo Cirlot. Ed. Labor, S.A. Barcelona, 1982

-Tesoro de la lengua castellana o española. Sebastián de Covarrubias. 1611. Edición de Martín de Riquer. Ed. Altafulla. Barcelona, 1989

-Diccionario etimológico de la lengua castellana. Joan Corominas. Ed. Gredos. Madrid, 1980.

-Anuarios de estadística agraria 2015 y 2020. MAPA. Gobierno de España

-ESYRCE (Encuesta sobre superficies y rendimientos de cultivos)2021. MAPA. Gobierno de España.

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