… Don Quijote necesitaba aquel horizonte, aquel suelo sin caminos, y que, sin embargo, todo él es camino; aquella tierra sin direcciones, pues por ella se va a todas partes, sin ir determinantemente a ninguna… B. Pérez Galdós
Para trazar el camino de don Quijote nos fijaremos en los caminos reales de su tiempo, siguiendo El Repertorio de todos los caminos de España del cartógrafo Juan Villuga, y alejándonos de las rutas turísticas. Estamos en un antiguo camino medieval en Castilla la Mancha, que unía Toledo con el Levante, el antiguo camino de los valencianos y pimenteros que fue recorrido por viajeros, comerciantes, ganados, soldados y mercancías, y por el que don Quijote regresa a su aldea después de ser nombrado caballero por el ventero para proveerse de camisas, dinero y escudero.
En la primera salida, don Quijote sale de su aldea, el lugar que no quiere nombrar, y que nunca sabremos, con dirección Oeste Este, por El Campo de Montiel, una comarca más de La Mancha. Desde el año 1243, algunos pueblos de la Mancha Santiaguista estaban incluidos en el Campo de Montiel: Campo de Criptana, El Cuervo, Manjavacas etc…, con el tiempo los límites del Campo se redujeron; por eso Cervantes habla del antiguo y conocido Campo de Montiel y de la Mancha.
… una mañana, antes del día, que era uno de los calurosos del mes de Julio… subió sobre su famoso caballo Rocinante, y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel. Y era la verdad que por él caminaba… prosiguió su camino, sin llevar otro que aquel que su caballo quería… Casi todo aquel día caminó sin acontecerle cosa que de contar fuese… y al anochecer vio, no muy lejos al camino por donde iba, una venta. (Cap. II, I)
Al final de un largo día de verano manchego llega a una venta, que él imagina un castillo. Las ventas estaban situadas en los caminos importantes para alojar a carreteros, viajantes y arrieros. En el Quijote son escenarios importantes y frecuentes como lugares de encuentro de los personajes de la novela. Uno de los caminos más utilizados era el camino que venía de Toledo y llegaba hasta Murcia y al puerto de Cartagena, una ruta muy transitada por soldados que embarcaban con destino a Italia y a los presidios de África, y por mercaderes procedentes de Toledo. Esta ruta pasaba por la aldea de Manjavacas, a dos leguas de La Mota del Cuervo.
En la época de Cervantes había tres ventas documentadas en esta comarca: la de Puerto Lápice, la de Las Motillas, y la Venta de Manjavacas en el término de La Mota del Cuervo. Aquí en Manjavacas, en el siglo XV el comendador de Vejezate tenía en una ermita y una venta, situada entre La Mota y Pedro Muñoz, y aquí se cobraba el portazgo a los caminantes que por ella pasaban. A principios del siglo XVIII todavía quedaban en pie varias paredes de la venta. Estaba situada cerca del llamado camino de los valencianos o camino de los pimenteros, de Toledo a Murcia o en su variante hacia Valencia. En el siglo XIII, por razones de salubridad la población de Manjavacas se fue trasladando a las localidades próximas, en su gran mayoría se dirigieron a La Mota, de resultas que solo quedó la Ermita de Manjavacas y una venta donde se cobraba el portazgo. Era una venta importante y el único establecimiento que había en el camino de Toledo a Murcia. Cervantes tuvo que conocerla.
Por su situación geográfica debe de ser la venta donde es armado caballero don Quijote, y desde la que caminando hacia el Oeste se encuentra después del cruce de caminos a los mercaderes toledanos que iban a Murcia.
En esta época La Mota pertenecía al Reino de Toledo, aunque estaba bajo la jurisdicción del Prior de Uclés, territorio de la Orden de Santiago. Según las Relaciones Topográficas de Felipe II de 1575, una fuente documental de importancia para estudiar los pueblos de los antiguos reinos de Castilla, los habitantes de la Mota eran en su mayoría gente pobre, trabajadores que ganan de comer con sus brazos. Pero también había casas de hidalgos.
El paisaje de estos campos es pura geométrica, y perfectamente llano, de colores pardo y ocre, moteado por el verde de los viñedos de cepas arrugadas. Son tierras paniegas y de vino, salpicadas de coscojas, encinas, y pinos piñoneros. Por este paraje natural, a tan sólo ocho kilómetros de La Mota del Cuervo, y visible desde la Sierra de los molinos, está la gran laguna endorreica de Manjavacas, de gran valor ecológico. Es dormidero de muchas aves de paso. Don Quijote podría haber visto recortadas en el horizonte las siluetas de los flamencos, y haber oído de mañana el gruir de las grullas.
Después de ser armado caballero, no quiso perder más tiempo en la venta, regresa a su casa para hacerse con todo lo necesario para un caballero andante: equipaje y escudero.
La del alba sería cuando don Quijote salió de la venta tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse ya armado caballería, que el gozo le reventaba por las cinchas del caballo. Más viniéndole a la memoria los consejos de su huésped… determinó volver a su casa y acomodarse de todo, y de un escudero,… con este pensamiento guío a Rocinante hacia su aldea, el cual, casi conociendo la querencia con tanta gana comenzó a caminar, que parecía que no ponía los pies en el suelo (Cap. IV, I).
Por el mismo camino que salió de su casa y llegó a la venta, don Quijote regresa a ella en sentido contrario. Pero antes surge una aventura. Entre unos árboles, un labrador, Juan Haldudo, vecino rico de Quintanar de la Orden, azota a un muchacho que estaba atado a una encina. La palabra haldudo también significa hipócrita, falso. Este pueblo de Quintanar, está a pocos kilómetros de El Toboso y La Mota. Deshecho el agravio don Quijote se apartó de ellos, pero la aventura no salió bien para el muchacho que quedó llorando y su amo riendo.
En esto llegó a un camino que en cuatro se dividía, y luego se le vino a la imaginación las encrucijadas donde los caballeros andantes se ponían a pensar cuál camino de aquellos tomarían, y, por imitarlos, estuvo un rato quedo, y al cabo de haberlo muy bien pensado soltó la rienda a Rocinante, dejando a la voluntad del rocín la suya, el cual siguió su primer intento, el cual siguió su primer intento, que fue el de irse camino de su caballeriza… (Cap. IV, I).
Este cruce aún es visible hoy, y es el formado por los dos caminos que van de Toledo a Murcia. Si Cervantes escribió sobre paisajes reales y concretos, este cruce de caminos correspondería al existente en La Mota, junto a la ermita de Manjavacas: caminos valenciano y murciano que partían de Toledo hacia el Mediterráneo.
Todavía hoy la gente del lugar lo conoce como el camino de los valencianos. A la derecha queda La Mota, de frente el Toboso y a la izquierda Campo de Criptana. Una de estas tomó don Quijote, y en poco menos de tres kilómetros se encontró con los mercaderes toledanos.
Y la voluntad de Rocinante fue la de volver a su cuadra por aquello de la querencia, tomando el mismo camino que el día anterior había recorrido: hacia el Oeste. Y aquí tiene lugar la aventura de los mercaderes toledanos que iban a comprar seda a Murcia, que en esa época era la principal productora de tejidos de seda en la Península: una pequeña ruta de la seda. Y entonces otra aventura.
Y habiendo andado como dos millas, descubrió don Quijote un gran tropel de gente, que como después se supo, eran unos mercaderes toledanos, que iban a comprar seda a Murcia. (Cap. IV, I)
Sabemos entonces la dirección que lleva, contraria a los mercaderes en su viaje hacia Murcia. Don Quijote está de vuelta a su casa, hacia el Oeste. La aventura no acabó bien para don Quijote, maltrecho por la caída y molido a palos, no pudo ponerse en pie. Y en su locura quedó recitando versos, hasta que fue recogido por un vecino suyo que por allí pasaba.
Y quiso la suerte, que cuando llegó a este verso, acertó a pasar por allí un labrador de su mismo lugar y vecino suyo (Pedro Alonso) que venía de llevar una carga de trigo al molino… (Cap. V, I). Quizás venía de la Mota. Y de noche, discretamente entraron en la aldea.