Las palabras y las imágenes dan vida a los lugares… son fuente de nacionalismo cultural, fuente de patriotismo. Yi Fu Tuan
Conviene recordar que don Quijote no hizo viaje alguno, quien, si los hizo, y muchos fue Cervantes primero como soldado, y luego como recaudador de alcabalas. Había vivido mucho y leído otro tanto. Pero don Quijote solo caminó en la imaginación de Cervantes, en la ficción, aunque la historia de su viaje es verosímil. Dice Francisco Rico que si hubiese salido al camino en su época, a las dos horas lo habría detenido la Santa Hermandad. No es un libro realista, pero tiene la apariencia. iCervantes entendía bien la realidad geográfica de la España de su tiempo: sus pueblos, caminos, posadas y este conocimiento está en el Quijote. Se preocupó de que su historia tuviera verosimilitud, y seguro que tuvo en cuenta que un libro publicado con licencia real no podía relatar mentiras. El personaje y las aventuras de don Quijote son posibles y creíbles, a pesar de su locura.
Cervantes conocía bien los lugares donde ubicaba las aventuras de don Quijote, pero calló muchos nombres, y son muy pocos los lugares que pueden ser identificados. No trató en ningún caso de hacer coincidir con exactitud las distancias entre pueblos y parajes, hay pues vaguedad en los detalles. Había visto ventas y andado por muchos caminos, y en su mente estarían estos lugares y caminos fruto del recuerdo, pero no hay posibilidad material de concretarlos rigurosamente. No es posible identificar sobre el terreno una ruta totalmente coherente de sus aventuras, aunque si podemos conjeturar por dónde caminó, y eso es lo que haremos, porque es perfectamente legítimo buscar en la geografía real el escenario de estos hechos ficticios.
La pretensión de vincular ciertos lugares de la geografía real con los episodios representados en la novela es antigua. Cervantes sabía que los pueblos se disputarían el lugar de origen de don Quijote, esto ya lo encontramos en la Odisea de Homero. Hacer itinerarios precisos en el Quijote es imposible, siempre encontramos contradicciones. Tampoco existe la localidad real que pueda atribuirse el lugar del que no quiere acordarse con exclusión de otras, como patria de Alonso Quijano. Y así leemos al final de la novela: Este fin tuvo el ingenioso hidalgo de la Mancha, cuyo lugar no quiso poner Cide Hamete puntualmente, por dejar que todas las villas y lugares de la Mancha contendiesen entre sí por ahijársele y tenérsele por suyo. Como contendieron las siete ciudades de Grecia por Homero (Cap. LXXIV, II).
Hoy las Rutas oficial de don Quijote, junto con otras, son un entramado de recorridos de contenido medioambiental, ecoturístico o cultural. Y en esta localización geográfica de los lugares quijotescos hay muchos intereses localistas, porque es un negocio turístico y cultural. Hay itinerarios para todos los gustos. Es el turismo cervantino.
En la España del Quijote no hay fronteras geográficas, es una España salpicada de comunidades, aldeas y pueblos, y donde los personajes todavía se refieren a sus pueblos con el nombre de patria. Publicado El Quijote, la Mancha se convirtió en un territorio de leyenda, un lugar mágico como lo son Gaula de Amadis o Macondo de Cien años de soledad. La imagen de La Mancha que se nos da es la de una inmensa y diversa llanura, de límites imprecisos, un lugar de paso, tierra de nadie, donde el cielo y la tierra de confunden, crean espejismos, y uno tiende a la espiritualidad, es desde luego, un buen lugar donde hacer caminar a un loco. Aquí el espacio y el tiempo se difuminan según las necesidades del protagonista.
Cervantes no daba mucha importancia a las descripciones de los lugares, que son pocas, y solo algunas pocas pinceladas, porque para él los espacios son importantes en función de las situaciones que se dan. Dice Francisco Rico que, En el Quijote, el paisaje de la Mancha no se describe, sino que se hace sentir. El paisaje real se sospecha en la acción narrada y en el hacer de los personajes. Hay otras descripciones paisajistas con intención retórica y de parodia.
Siempre se ha descrito a La Mancha acentuando los aspectos más desfavorables. El paisaje es duro y áspero, pero también puede ser hermoso. Manuel Leguineche la describe así: El pardo campo de La Mancha, tras generosas lluvias, es ahora de un verde en que canta, goza la clorofila. El paisaje manchego que vio Cervantes fue muy diferente al que conocemos hoy, entonces era mayoritariamente campos de cereales y viñedos, monte espeso y pasto natural para el ganado.
En aquella época de caminantes, carreteros, arrieros, comerciantes y viajeros, las aventuras de don Quijote transcurren principalmente por caminos, que eran lugares donde más fácilmente se podían encontrar. Y en esos mismos caminos se encontraban las socorridas ventas: espacios fundamentales en el Quijote.
La verosimilitud se consigue en la documentación histórica. Las rutas por las que transcurre Cervantes en La Mancha son rutas importantes. Por su trabajo se desplazaba por algunas de las principales arterias de la corona de Castilla en el Siglo de Oro. Para él la Mancha era mayormente el camino entre Castilla y Andalucía, y el Quijote nace de la experiencia de ese camino, por lo que la ruta de don Quijote debería tener en cuenta los itinerarios de Cervantes, por esos lugares por los que pudo transitar y que podrían haber influido en la construcción de episodios del Quijote.
Para establecer una ruta coherente, tenemos que tener en cuenta los repertorios de la época: que muestran por donde se ha de ir de un lugar a otro mencionando los pueblos y las ventas. Estos repertorios eran verdaderas guías de viaje que reflejaban fielmente los caminos de la época, muy útiles para conocer el territorio y la sociedad de la época. Servían de auxilio en época de Cervantes a los viajeros para viajar por España. Del siglo XVI se conservan dos guías de consulta para preparar con seguridad cualquier desplazamiento: El Repertorio de todos los caminos de España, del cartógrafo Juan Villuga, que fue la primera publicación en Europa en lengua moderna, de 1546. Y poco después, Alonso de Meneses publica el Reportorio de todos los caminos de España sin apenas variaciones respecto a la anterior, en 1576. Por la provincia de Cuenca pasaban algunos caminos importantes, la red de caminos se hacía más densa por esta parte central de la península; por la Mancha de Cuenca se enlazaba hasta con siete rutas que venían de Alcázar, Toledo, Granada, Valencia, entre otras. Eran ciudades de gran importancia caminera.
Cuenca, como viene siendo habitual para casi todo, quedaba fuera de las rutas oficiales que aparecen en los Congresos sobre la novela. Apenas la mencionan. Y es de rigor que deba figurar en la configuración de la Ruta Oficial de don Quijote, porque pasó necesariamente por la provincia desde que entró en la Mancha de Montearagón y siguió a la Serranía en su camino de Zaragoza y Barcelona. Son territorios de la Serranía de Cuenca: Priego, Carrascosa de la Sierra, Beteta. De La Mancha de Montearagón, tierra meseteña del sureste de Castilla fronteriza con el Reino de Valencia y coincidente con el Marquesado de Villena: Alarcón, Belmonte, Honrubia, San Clemente. Y naturalmente La Mota del Cuervo y Manjavacas, que en una época perteneció antiguo Campo de Montiel.
La Mancha conquense era espacio de paso desde el Reino de Toledo hacia Levante, a los puertos de Valencia y Alicante y a la ciudad de Murcia, una pequeña ruta de la seda. También una vía principal cruzaba la provincia de Norte a Sur: el camino que desde Cuenca se dirigía a Granada. Los principales caminos iban en sentido Oeste a Este. En el Repertorio de todos los caminos de España de Villuga, el que viene de Toledo se internaba por el Toboso, hacia La Mota del Cuervo, Manjavacas para continuar por Santa María de los Llanos, El Pedernoso… dirección Murcia con alguna variante a Valencia. Este camino de Toledo a Murcia es conocido también por esta parte de la Mancha como camino de los pimenteros, o Camino de los Valencianos, y todavía hoy se conoce como tal en la Mota del Cuervo. Por estos campos transcurre casi toda la primera salida de don Quijote desde su aldea.
Otro camino importante por la provincia era el camino real de Granada a Cuenca, que atravesaba parte de la Mancha de Montearagón por San Clemente, Santa María del Campo Rus, El Cañavate, Honrubia, Valverde del Júcar, Valdeganga y Olmedilla de Arcas, siempre hacia el Norte. Así que don Quijote, para ir desde las lagunas de Ruidera, después de la Cueva de Montesinos, a Zaragoza y Barcelona tuvo que nordestear y entrar en la Mancha de Montearagón cerca de San Clemente, ya en provincia de Cuenca, dirección Zaragoza por el camino real de Granada a Cuenca.