Cuento enmarañado – Parte 3

Cuento enmarañado – Parte 3

Tres años habían pasado desde que se celebrara la primera “Erradicación de alimañas voladoras”, conocida popularmente como “La matanza”. La cuarta edición estaba próxima, y la ciudad comenzaba a saturarse de conversaciones, titulares y planes.

Los fanáticos de esta tradición incipiente ya llevaban un tiempo preparándose para ello. Estos últimos años habían prestado atención cuidadosamente, y ya estaban barajando la monetización de este evento. En sus charlas y coloquios un tema se había puesto sobre la mesa: la idea de hacer una especie de “artefactos” para acoplarlos a la fachada y poder avistar con una mejor panorámica a las aves de la zona. Se habían anticipado al mercado y lo tenían en secreto para tener esa ventaja empresarial. El artefacto salió a la venta a un mes del inicio de La matanza, y fue llamado ADA (Artefacto Dymaxionizado de Ampliación), en honor a Richard Buckminster Fuller, diseñador y arquitecto al que admiraban. El padre de Raúl, un amigo de toda la vida del nieto de los Tripines, era un alto cargo de la cooperativa promotora. Este decidió contárselo y así empezar a hacer ellos pruebas en sus propias casas mediante bocetos y maquetas que finalmente acabaron en un prototipo listo para ser usado.

La gente esperaba hacerse rica con este invento ya que se podían ver por todas las fachadas, tanto de la ciudad moderna como las del Casco Antiguo. Ya se escuchaban críticas de asociaciones vecinales alegando la desvirtualización de las fachadas y asociaciones ecologistas por la masacre de estas especies en la ciudad.

Llegado el día de la fiesta, mientras estaba nuevamente con toda su familia, el nieto de los Tripines empezó a tener un dilema moral; aunque le gustaba la creación de estos artefactos y deseaba trabajar incluso en un futuro en esta empresa, no le gustaba el fin para lo que se hacía. En cambio, esta actividad le abría la mente y hacía volar su imaginación. Le gustaba pensar materiales nuevos, técnicas novedosas o incluso posibles usos de este objeto en el día a día. Estaba entusiasmado viendo todos los modelos que colgaban de cada ventana, pero cada disparo le volvía a la realidad y le hacía pensar que, en este caso, el fin no justifica los medios.

Él no entendía mucho de ornitología, pero empezó a empatizar con las aves y a entender que, aunque nosotros no podamos volar, tenemos que hacer nuestro papel como especie. Para él, la ambición del ser humano se puede canalizar de otras formas y ayudando a otras especies.

Movido por todas estas ideas que le estaban pasando por la cabeza mientras veía a sus seres queridos exterminar violentamente a toda ave que aparecía, se dio la vuelta y se dirigió a su casa dejando atrás voces que decían: “Feliciano, ¿dónde te vas?”, “¡Te vas a perder la mejor hora!”, “¡El Ayuntamiento ha puesto baños aquí en la Plaza de la Merced!, ¿¡Feliciano!?”.

Haciendo caso omiso a toda indicación o sugerencia, se dirigió a su casa. Al atravesar  el barrio de Los Tiradores se dio cuenta que en muchas ventanas no lucían modelos ADA. O eran modelos muy raros descatalogados o se trataban de prototipos caseros. Estaba seguro de que era la segunda opción ya que llevaba un tiempo estudiando con Raúl los modelos provisionales que traía su padre y que el propio Raúl conseguía mediante una foto hecha rápidamente con el móvil. Esto le alentó y le hizo pensar que entre toda esa gente que había diseñado prototipos propios, podría haber gente afín a sus ideas.

Así que se puso a diseñar un nuevo artefacto y su misión: que sirvan para que los pájaros se puedan refugiar y reducir el número de muertes de las aves en este día. Estaba planteando un competidor directo al ADA pero el objetivo sería hacerlo similar a los nuevos modelos que fueran saliendo al mercado, pero con pequeños cambios para que pueda hacerse pasar por uno de ellos y así, el Ayuntamiento no pueda meterle mano.

Sabía que esta idea precisamente no le llevaría a la fama ni al dinero, pero él estaba comprometido por la causa y quería llegar hasta el final con ella pero necesitaba gente.

De repente miró el móvil y encontró un mensaje de WhatsApp de Raúl…

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