SEMANAS DE TEATRO: LA HISTORIA DEL FESTIVAL DE TEATRO INDEPENDIENTE DE CUENCA

SEMANAS DE TEATRO: LA HISTORIA DEL FESTIVAL DE TEATRO INDEPENDIENTE DE CUENCA

Cartel de la tercera semana creado por Antonio Saura. Fuente: GARCÍA, José Ángel, MOTA, Ángel Luis (1979): Del alegato a la fiesta. Cinco semanas de teatro en Cuenca. Cuenca: Editorial Olcades.

Octubre podría tener un significado especial para la historia teatral de la provincia de Cuenca, ya que en ese mes de 1974 arrancaría la andadura del Teatro Independiente en esta ciudad. Echaba a andar un importante proyecto basado en un festival en el que la urbe sería, durante una semana, el escenario de las diferentes obras y compañías de este movimiento teatral, tan en boga en nuestro país entre la década de los años 60, 70 y comienzos de los 80. La vida de este evento perduraría hasta el año 1979, siendo este su final que es muy próximo al ocaso del movimiento en sí. En este periodo, diferentes espacios de la ciudad como la Casa de la Cultura (actual Biblioteca Pública Fermín Caballero) o el Teatro Xúcar (ya desaparecido), entre otros, darían cabida a las funciones y a los posteriores coloquios en los que se mantenían conversaciones referentes al Teatro Independiente y a su desarrollo a nivel nacional.

Estas Semanas de Teatro se desarrollaron en un contexto histórico que no parecía el más propicio para la celebración de un evento así; España atravesaba los últimos momentos de la dictadura franquista. El régimen se encontraba en un estado en el que su poder se estaba resquebrajando y los nuevos tiempos llamaban a la puerta. Esta situación desembocaría en la Transición política, coincidiendo esto con un momento de cambio social. Así se pudo notar en las diferentes disciplinas artísticas nacionales, de entre las cuales, la capital conquense contaba con una gran representación a través del grupo artístico abstracto El Paso. Con ello, el Teatro Independiente se sumaba a esa tendencia innovadora, en la que se buscaba dar lugar a un teatro reivindicativo que transmitiera el mensaje a través de las nuevas técnicas escénicas, fraguadas en el seno del movimiento que se desarrolló fundamentalmente en Europa y EEUU a lo largo de la década de los años sesenta; momento en el que llegaría a España. Dando funciones en las calles y en los barrios obreros, estas compañías pretendían acercar el teatro a aquel público que no se podía permitir al teatro de gran producción y coste. Esta bonita iniciativa finalizaría a comienzos de los años 80 cuando el movimiento empezó a morir; las compañías no podían seguir con esta actividad si no optaban por una vertiente profesional y comercial.

Teatro Xúcar. Fuente: GARCÍA, José Ángel, MOTA, Ángel Luis (1979): Del alegato a la fiesta. Cinco semanas de teatro en Cuenca. Cuenca: Editorial Olcades.

La llegada de este nuevo panorama teatral a la ciudad y a la provincia no aparece sin el sustento de una actividad teatral previa. En los años anteriores a la década de los 70 encontramos en la ciudad una actividad teatral que se alimentaba fundamentalmente del teatro aficionado. Se encontraban diferentes grupos que integraban personas aficionadas que supondrían una de las mayores fuerzas para el desarrollo teatral de la zona. De esta manera, había en funcionamiento grupos vinculados a algunos centros educativos de la ciudad, como es el caso de las compañías de los institutos Alfonso VIII y Lorenzo Hervás y Panduro. Estos surgieron (además de por el gusto al teatro) de la creación de diferentes certámenes de teatro juvenil, como es el caso del celebrado por la Delegación de Juventudes vinculada a instituciones gubernamentales del momento. En el panorama también sentó bases la compañía Grupo VIII, uno de los grandes pilares para la llegada del festival de Teatro Independiente, ya que sería el aglutinante de diversas personas de la ciudad interesadas en la escena. Se trataba de un colectivo bastante numeroso (tanto lo fue que tuvieron la oportunidad de crear una sección de teatro infantil) que comenzaba a introducir en Cuenca un teatro más novedoso en el que ya se comenzaban a tratar aspectos distintos a los que se venían plasmando (políticos, sociales y artísticos) con los que podrían surgir problemas con la censura franquista. De esta manera, estrenaron en 1974 una versión, dirigida por Ángel Luis Mota (futuro director del festival), de la afamada obra Las Criadas del autor francés Jean Genete. En ese mismo año, la compañía desaparecería, pero en la ciudad seguía la actividad teatral.

Con afán de traer a la ciudad de Cuenca un teatro de calidad que no fuese simplemente comercial, nacía entre los años 1971 y 1972 la asociación “Amigos del Teatro”, la cual fue la entidad que propició la creación del festival del que estamos hablando. En el año 1974 cambiaría de dirección, por lo que Pedro C. Cerrillo (quien también dirigió el festival) pasaría a ser el nuevo presidente de la asociación, que a partir de este momento se propondría el objetivo de atraer la innovación teatral a través de esta vertiente independiente. Previamente, la ciudad experimentaría con dos simulacros a modo de festival que comprobarían si un nuevo tipo de teatro calaría con gusto entre el público local. Así, en 1972 se celebró el I Certamen de Teatro Aficionado y un año después se celebró el Certamen Nacional de Teatro organizado por la Obra Sindical Educación y Descanso. Se trataba de un evento forjado desde la estructura administrativa franquista, algo que quedaba patente en las obras que debían realizar los participantes; pero esto solo quedaba escrito en las pautas, en el escenario la situación era muy distinta. Los temas, planteamientos y autores escogidos no eran afines al régimen, por lo que coincidían en gran medida con lo que se estaba dando en el Teatro Independiente.

Tamborileros de Huete. Fuente: GARCÍA, José Ángel, MOTA, Ángel Luis (1979): Del alegato a la fiesta. Cinco semanas de teatro en Cuenca. Cuenca: Editorial Olcades.

Tras superar con éxito las pruebas, Cuenca pudo albergar el Festival de Teatro Independiente, ya que buena parte de la sociedad acogió con agrado la idea y así respondió a la llamada teatral. A lo largo de las cinco ediciones que se realizaron, el certamen contó con un buen número de espectadores. Esto se debe, en cierto modo, a la calidad de los espectáculos que se ofertaron (por el festival pasaron compañías de la talla de Tábano, en la cual trabajaban actores y profesionales del teatro como Petra Martínez o Juan Margallo, entre otros); se contemplaron todas las posibilidades y gustos. De esta manera, no solo se contaba con teatro al uso, sino que se le dio voz al teatro de calle (tan propio del Teatro Independiente), que combinaba a la perfección con piezas artísticas propias de la tradición popular (en una de las intervenciones callejeras, se contó con la colaboración de un grupo de tambolireros de Huete); además de fomentar el desarrollo del teatro infantil. Con todo ello, se puede apreciar que este festival no solo tenía la intención de entretener a la población, sino que también buscaba despertar aún más las ganas de crear teatro en la ciudad y provincia de Cuenca. Podría decirse que buscaba crear cantera que diese vida a la actividad teatral de la ciudad por medio de una actividad profesionalizada. Se consiguió, ya que en los momentos finales del festival comenzaron a participar algunas compañías locales como Tornajo y Tenderete. Estas dos corporaciones no tuvieron un largo recorrido profesional, pero otras que se fundaron con posterioridad sí que gozaron de una carrera más longeva cosechando éxitos; tal es el caso de la compañía Cómicos del Carro, formada por antiguos integrantes de Tornajo. Se convirtió así en un exitoso ejemplo del legado del festival. A lomos de un carro, recorrieron la provincia y parte del territorio nacional llevando a cabo representaciones basadas en textos clásicos (como es el caso de El enamorado de la muerte, compuesta a partir de la figura de Jorge Manrique).

Todo ello demuestra que el festival funcionó, cumplió sus objetivos de poder ofrecer a la ciudad un teatro innovador al alcance de gran parte de la población a través de precios populares en las entradas, albergando las actuaciones en espacios familiares para la ciudad y dando impulso a las compañías locales que estaban buscando una oportunidad para poder debutar. Además de impulsar el teatro local y provincial, también se buscaba impulsar el Teatro Independiente nacional. Las compañías nacionales que pasaban por el festival de Cuenca tenían la oportunidad de darse a conocer dentro del corredor independiente, ya que este festival tenía una importante relevancia nacional. Además, podían abrir o estrechar lazos con compañías pertenecientes a este panorama a través de los coloquios que se celebraban tras las representaciones.

Funciones y coloquios fueron posibles por el apoyo recibido por entidades gubernamentales y bancarias. Con estos respaldos, el festival se pudo llevar a cabo a lo largo de su vida, pero poco a poco estas ayudas fueron mermando y se optó por la desaparición de esta celebración al no contar con los recursos suficientes. Entre estos apoyos, también destaca el papel que jugó la prensa local cubriendo la información referente al festival. La comunicación se realizaba a través del periódico El Diario de Cuenca. Se escribían pequeñas críticas de las diferentes obras que pasaban por las jornadas y se informaba de la situación del festival. Además de este noticiario local, también se contaba con el apoyo de revistas culturales como Moaxaja o El Banzo, en las cuales se ofrecía una información más detallada de las obras y compañías.

Tornajo representando Picnic en la V semana. Fuente: GARCÍA, José Ángel, MOTA, Ángel Luis (1979): Del alegato a la fiesta. Cinco semanas de teatro en Cuenca. Cuenca: Editorial Olcades.

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