Hay una hoja, por cierto, nada perenne
hay una hoja muy caduca,
—Debería empezar así, bien—.
hay una hoja caduca,
sentado, desde donde la miro,
en un muro, y está sola.
La hoja más sola del mundo.
Me recuerda a mi piel.
Me imagino pequeño en su cocina
desde la esquina leo de un libro
me ignora muy cruel
y yo a mi proclama.
Ya no valgo ni para el paseo
nadie saca ya al perro nocturno
ya no valgo ni para el deseo,
y si la soledad curte que da gusto
¿por qué me siento débil y absurdo?
Puede que lo sepa
solo soy un nostálgico.
La gente triste vive por el día
se difumina la parrandera pena
y ahora me vuelvo estático
me desvanezco.
Mi piel está sola. Está maldita
pero no como pieles rotas
si no como una cascada.
Lo emocional nos domina
en una conversación tranquila,
con ella, siempre estuvo agrietada.
Alguna vez pude ver en su tez de mármol
reptar peces de plata.