¿Quién es Pedro Aranaz?

¿Quién es Pedro Aranaz?

Con la llegada de septiembre, son muchos los padres y madres que optan por apuntar a sus hijos a actividades extraescolares, siendo la música una de la que goza con la predilección de muchos de ellos. Es en este momento donde gente de toda la provincia decide acudir al edificio Palafox y matricularles en el Conservatorio Profesional de Música de la capital. Tras la subida de la cuesta llegamos a la entrada y nos quedamos parados para poder contemplar la portada: ‘’Conservatorio Profesional de Música ‘Pedro Aranaz’’.

Y aquí viene la pregunta que seguramente nos hayamos hecho la mayoría de nosotros: Pero, ¿quién es Pedro Aranaz?

Edificio Palafox, sede del Conservatorio. Fuente: Christian Álvarez

Pedro Felipe Aranaz y Vides fue un compositor y maestro de capilla nacido en Tudela (Navarra) y que, este 24 de septiembre, se cumplen 201 años de su fallecimiento en la ciudad de Cuenca. 

Comenzó su andadura musical en Zaragoza, en la Basílica de Nuestra Señora del Pilar como niño del coro. Estudió con los Luis Serra y Bernardo Miralles. Al finalizar sus estudios trató de conseguir trabajo como maestro de capilla, aunque fue rechazado en numerosas ocasiones. A pesar de su condición de seglar, eso no le impide componer diversas tonadillas escénicas para los teatros públicos de Madrid.

Tras varios intentos, todos ellos sin éxito, de ser nombrado maestro de capilla, entre otras en la ciudad donde comenzó su andadura musical, es finalmente elegido en 1769, maestro de capilla de la Catedral de Cuenca, ciudad en la que permanecerá el resto de su vida. Será en esta ciudad donde, ante la gran capacidad de trabajo y la ingente cantidad de piezas que creó que fue bautizado como ‘El Águila de la Música’, como le llamaba el historiador conquense Muñoz Soliva.

Curiosidad:

Pedro Aranaz fue nombrado por el tribunal que le examinaba como ‘el menos malo’ para ocupar el puesto de maestro de capilla.

Pedro Aranaz fue muy popular de la época y es considerado como uno de los maestros más importantes de su época, especialmente al ser llamado como examinador en numerosas oposiciones a los puestos catedralicios. 

Será a partir de 1773, tras recibir las órdenes sacerdotales, cuando abandone la composición de música de corte popular y se centre en la música sacra. Se sabe que recibió importantes encargos para la composición de oratorios para festividades como la de la ciudad de Granada, entre otras. 

En 1797 se jubila del magisterio conquense, siendo nombrado sucesor su alumno Santiago Pradas, aunque Aranaz todavía hasta su muerte asistió a la capilla y se mantuvo como maestro jubilado en el Colegio San José, puesto que fue creado especialmente para él en 1800.

Portada antiguo Colegio San José. Fuente: Wikipedia.

Su actividad pedagógica en esta última institución, el Colegio de San José produjo una generación de músicos que siguieron sus mismos pasos y muchos de ellos llegaron a ocupar magisterios y plazas de organista en diferentes catedrales. Es con uno de ellos en 1807, Francisco Olivares, por entonces organista en Salamanca, con quien escribirá el libro ‘Tratado completo de composición fundamental para la instrucción de los niños que se dedican al estudio de la música, y principalmente en las catedrales españolas’, tratado inspirado en el método del Colegio de San José, que él mismo dirigía.

Será en 1807 cuando comience el ocaso de la vida del compositor Aranaz. Con la ocupación por parte de las tropas francesas, comienzan los problemas económicos y su casa, cercana a la diócesis y aparentemente lujosa, sufre numerosos saqueos. Se presume que es durante estos robos cuando se pierden gran parte de sus partituras y composiciones. 

El devenir de los años tampoco se porta bien con el viejo maestro de capilla:  enferma, sufre parálisis y apenas puede ver hasta que finalmente fallece en 1820, poniendo punto final a la vida de un compositor que, como ha destacado en numerosas ocasiones Fernando J. Cabañas, musicólogo y gran estudioso y divulgador del tudelano, triunfó y gozó de fama en toda España, y que, sin embargo, se trata de una personalidad prácticamente desconocida.

Ábside Iglesia San Martin. Fuente: mirandoacuenca.net

Se sabe que recibió sepultura en la parroquia de San Martín, presumiblemente cerca del evangelio del altar de San Ildefonso, junto a su padre y su hermano y con el hábito sacerdotal, tal como figura en su testamento. Pero poco más se sabe de esta tumba: desapareció a la par que la iglesia del barrio conquense, reconvertida en huertos y de la que solo quedan los muros del ábside románico. 

Muchos años han pasado y, a pesar de ellos, siguen siendo cientos de jóvenes los que siguen esa senda de la música que un día caminó Pedro Aranaz.

Para los más curiosos:

Su obra musical es muy extensa: de sus obras de carácter religioso se conservan 45 misas, 190 motetes, 95 salmos, 35 lamentaciones, 30 responsorios, 20 salves, 16 magnificat, 15 himnos, 5 antífonas marianas, 2 oficios de difuntos, 1 juego de completas y villancicos. Muchos de ellos se guardan en el archivo de la Catedral de Cuenca, otros tantos (cerca de 200) en el archivo de El Escorial. Se sabe además que existen ejemplares en otras catedrales españolas como Salamanca, Toledo, Orihuela, Plasencia, Segorbe, Málaga, Zamora, Palencia, Oviedo, Tuy, Astorga; americanas como la catedral de Santiago de Chile, así como los monasterios de Montserrat y Guadalupe. 

De su música profana podremos encontrar 17 tonadillas para el público madrileño y la música para la comedia Ipsipile, que, junto con sus tonadillas, se guardan en la Biblioteca Municipal de Madrid, así como algunos ejercicios de oposición para la catedral de Toledo.

Portada tonadilla La maja limonera. Fuente: Biblioteca Municipal de Madrid. Biblioteca Historica.

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