Estoy sentado, pensando en lo adánico,
en lenguas muertas, irreales,
empeñado en captarlo
no sé qué es el amor y me creo en el hastío.
Las mentes tienen otras prioridades
y nunca se me incluye,
me entiendo maldito.
No entiendo porque la gente insiste en lo claro.
No hay saciedad, nada está estancado,
Si te mueves con ello eres desgraciado
no cumples las expectativas,
si lo cumples te sientes parte de algo impropio
anejado a el objeto más alejado
de una posible identidad.
Si te mueves contra ello adquieres virtud
y aislamiento. Soledad.
El lenocinio de la antropología observadora
me aferra a una disonancia cognitiva
y acabas por acostumbrarte a la tristeza.
Ya te da igual que se te queme la sopa
o te multen,
e incluso que te abandone esa persona.