En la historia de la música española tenemos la suerte de contar con nombres que pasarán a la historia entre los grandes genios de la música. Compositores que han ganado su espacio en la Historia gracias a piezas que tan bien han sabido representar la tierra que les vio nacer: Iberia, Goyescas o el celebérrimo Amor Brujo.
Pero quizás sean menos los que sepan que esta Generación de Maestros estuvo continuada por otro grupo de músicos y artistas silenciados por el sonido de las balas: la Generación de la República.
Este grupo es análogo de la inigualable Generación del 27, pero, mientras que a éstos se les ha estudiado en profundidad y tienen una bien merecida fama, estos músicos sufrieron las consecuencias de la guerra: dispersión o destrucción de sus obras, desconocimiento y, como consecuencia, ser poco o nada apreciados. Casi un siglo después de los primeros albores de esta generación, el conocimiento de esta música sigue siendo muy poco, cuando es posiblemente la única regeneración musical que se ha vivido en la música española.
Esta Generación pone fin a la Edad de Plata que vivió la música en nuestro país desde principios de siglo XX hasta la terrible contienda que dividió al país. Muchos consideran como inicio de esta época 1915, con el estreno del Amor Brujo, la fundación de la Sociedad Nacional de Música o el inicio de Adolfo Salazar como crítico en la Revista Musical Hispanoamericana.
Siguiendo los pasos del grupo galo de Les Six, se crearían en España dos grupos separados por su ubicación geográfica, pero unidos en ideales y estética: el Grupo de Madrid, o el Grupo de los 8, y el Grupo de Barcelona, o Grupo de Compositores Independientes de Cataluña. A estos nombres habría que sumarle infinidad de personalidades que, al tener un lenguaje más conservador en sus composiciones, no figuran dentro de estos grupos, aunque compartieran inquietudes en el terreno político y social.
Estos grupos querían marcar una ruptura con la música romántica del s.XIX y los formalismos en la música, consiguiendo una música fresca, nueva y con un claro sentimiento nacionalista, continuando la estela del compositor y musicólogo Felipe Pedrell y homenajeando a figuras como el Padre Antonio Soler, pero trayendo consigo el estilo neoclasicista tan atrevido que les sugería Stravinsky con Petruschka y Pulcinella. Esta innovación, este movimiento vanguardista surgido de la suma del lenguaje europeo y el español comienza con las partituras firmadas por estos músicos, aunque tradicionalmente se ha atribuido este mérito a la generación de la Dictadura.
En el grupo de Madrid encontramos a figuras como los hermanos Ernesto y Rodolfo Halffter, Gustavo Pittaluga, Fernando Remacha, Salvador Bacarisse, Julián Bautista, Juan José Mantecón y, como ya mencionó mi compañera Elisa en el anterior número, como única representante femenina, Rosa García Ascot. Mientras que en el grupo de Barcelona encontramos caracteres tan dispares como Roberto Gerhard, Eduard Toldrà, Ricard Lamote de Grignon, Baltasar Samper, Manuel Blancafort, Joan Gilbert Camins y Agustí Grau, a quien suele sumarse Federico Mompou.
A esta generación debemos agradecerle que, por vez primera en la historia de España, y esperemos que no sea la última, se considerara a la música como una de las preocupaciones primordiales a nivel social y político. Siendo España un país en el que la música siempre ha estado, y parece seguir estando, en un segundo plano, este grupo lograba situar la música y la cultura como una preocupación de estado, creando de esta manera la Junta Nacional de Música y las Misiones Pedagógicas, mediante las cuales se pretendía dotar de enseñanza musical a cada uno de los rincones de la península.
Esta denominación como “de la República” se debe a la terminología que empleaba Salazar, a la coincidencia con la proclamación de ésta en 1931 con la lectura del manifiesto a cargo de Pittaluga, así como el nexo ideológico que compartían. La Segunda República adoptaría estos ideales de la Generación y llevaría a cabo numerosas propuestas contando con los componentes de esta. Surgían así proyectos de innovación en el terreno de la crítica musical, nacían nuevas investigaciones de carácter musicológico, se colmaban páginas de periódicos y revistas y lo que contribuía a la creación musical. La ‘Niña bonita’ supo valorar a la música en sí misma y el nuevo camino que estaba tomando durante los felices años 20.
Estos artistas lograron situar a España lo más cerca que ha estado nunca de Europa a nivel musical, pues siempre hemos estado en una posición marginal, manteniendo nuestra propia esencia. Se lograba así una música con un carácter fresco, activo, renovador y con un marcado carácter social, siendo intelectuales del peso de Ortega y Gasset o Lorca quienes situaban este arte como un punto básico cultural y se implican de diferentes maneras en la cultura musical del momento1.
Pero esta época plateada pronto tornaría plomiza. Un fatídico 18 de julio la tierra se partió en dos y daba comienzo el capítulo más oscuro de la historia de este país. Los últimos años de la República, durante los que transcurre la Guerra (in)Civil, serán también los últimos atisbos de vida artística de este grupo como conjunto, aunque se trate de un periodo muy interesante desde el punto de vista musicológico y sociológico. Los componentes de esta generación se verán inmersos de manera activa y directa en la defensa de estos ideales, dando su vida por ella, luchando en las trincheras, o desde el Consejo Central de Música, como hicieron Bacarisse, Rodolfo, Pittaluga, Bautista o Gerhard. Crearon a su vez diferentes asociaciones como la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura, de la que formaron parte Rodolfo Halffter y Bacarisse.
Músicos que, incluso en lo más cruento de la batalla, tuvieron siempre como objetivo que la música siguiera siempre como banda sonora y continuar enseñando y componiendo, confiando en la victoria y poder construir un país mejor para todos.
Pero no pudo ser. La destrucción de ese espacio cultural que ellos mismos habían cimentado supuso el fin de la renovación en España. La victoria por parte de las tropas del General Franco supuso un duro golpe y finalizó con la separación violenta de estos grupos. Muchos, al igual que miles de compatriotas, por miedo a las represalias que pudieran tomar los nacionales, decidieron huir de su país buscando la seguridad que les brindaban otras naciones como México, Argentina, Inglaterra o Francia. Aunque muchos de ellos continuaron componiendo una vez acabada la guerra, buena parte de ellos desde exilio, esta situación de desarraigo que les producía estar lejos de su hogar cambiaría totalmente la estética de sus obras, la cual estaría marcada por la nostalgia y el recuerdo. Pocos volverían a la tierra que les sirvió de inspiración, pero siempre la llevarían consigo.
Es una generación brillante de compositores que permaneció escondida, y que poco a poco va resurgiendo, aunque de manera muy tímida. Son necesarios más ciclos dedicados a estos artistas, denostados por su ideología política y que merecen tener su hueco en las salas de conciertos.
Somos un país con una cultura musical muy pocas veces apreciada, y a la que deberíamos llevar por bandera. Situemos a la cultura por encima de ideologías, y hagamos realidad las palabras de Unamuno2:
“Ni la ciencia, ni las letras, ni las artes son monárquicas o republicanas; la cultura está por encima y por debajo de las pequeñas diferencias, contingentes, accidentales y temporales, de la forma de gobierno. La cultura, las humanidades, la ciencia, están por encima y por debajo de esas diferencias formales y las superan en altura y en profundidad. (…)
Llegan días de renovación, de lucha, lucha por la libertad, por la igualdad y por la fraternidad, por la fe, la esperanza y la caridad (…). Tendremos que luchar por la libertad de la cultura, por la libertad de cultos, (…) porque haya ideologías diversas, porque en ello reside la verdadera y democrática libertad. Lucharemos por la libertad de la cultura y su universalidad, y tendremos fe en la libertad; lucharemos por la hermandad, por entendernos en un corazón y una lengua.”
Habrá que hacerle caso, ¿no?
¡Salud y Música!
El mejor homenaje a estos compositores es escucharlos:
Playlist de los grupos de la Edad de Plata:
https://youtube.com/playlist?list=PLcdD9qApkntiyxQF5_GhQv0e_kOMSBW4g
1 Muy recomendable el libro de Ortega y Gasset ‘En torno a Debussy’.
A Garcia Lorca debemos agradecerle su labor musical gracias a las grabaciones de canciones populares españolas junto a Pastora Imperio.
2 Crónica del Discurso de apertura del curso 1931-1932 Universidad de Salamanca, La Gaceta Regional. Salamanca, 1931.
Para saber más
- Emilio Casares:
- La música en la Generación del 27, Madrid, Ministerio de Cultura, 1987
- La Generación de la República o la Edad de Plata de la Música Española, Madrid, FM, 1983
- ‘Una generación única: el ‘27 musical’. Podcast: Música Resucitada, 15/09/2019, Archivo RTVE.
- Entrevista Emilio Casares, Ciclo de conciertos ‘Bacarisse y el exilio’. Fundación Juan March (2017): https://www.march.es/en/videos/?p0=11872
- M.A. de la Ossa:
- La música en la Guerra Civil Española, Universidad de Castilla La Mancha, 2011
- La música en tiempos de Pedro Echevarría: la política musical de la Segunda República y la guerra civil española. Revista De Estudios Del Campo De Montiel, (Extra 2), 21-58, 2018. https://doi.org/10.30823/recm.0201884