La belleza de las palabras

La belleza de las palabras

Hay muchas formas para poder conocer un lugar: a través de su historia, el arte o su gastronomía; pero en mi opinión, una de las mejores formas es a través de los testimonios de las personas que han vivido y han amado dicho lugar.

En Cuenca tenemos el mejor ejemplo en la obra literaria de nuestro gran Federico Muelas, quien a través de sus palabras logra transmitir toda la belleza y la singularidad de la ciudad en la que nació. En los diferentes poemas compuestos dedicados a Cuenca, alaba su situación geográfica, el entorno natural que le rodea, su riqueza histórica y cultural, sus grandes monumentos como las Casas Colgadas o la Catedral (tanto la antigua como la nueva); pero además el poeta, va a encontrar la inspiración en las rocas, en los árboles y agradece a los albañiles que fueron construyendo la ciudad.

Muelas nace en Cuenca el 7 de octubre del año 1909. Fue un hombre polifacético: se graduó en derecho y farmacia, trabajó como boticario en Madrid y estudió ciencias naturales, sin dejar de lado su pasión y desarrollo de su carrera literaria colaborando en diferentes revistas literarias donde publicaría sus primeros poemas, que a pesar de no encontrarse en su ciudad natal, irían dedicados a ella. Publicó más de una docena de libros de poesía, así como antologías y obras en prosa. También trabajó como periodista, editorialista, traductor y guionista cinematográfico.

Pero volviendo a su obra poética, ha sido reconocido y admirado por la emoción profunda que consigue transmitir con sus versos, caracterizados por la belleza y sencillez en la forma de expresión, así como por la reflexión sobre la naturaleza y la vida cotidiana.

Muchas son las composiciones en las que trata diferentes de Cuenca, pero vamos a analizar uno de los más famosos, el Soneto a Cuenca, que para quien todavía no lo conozca, os dejo a continuación:

Alzada en limpia sinrazón altiva

pedestal de crepúsculos soñados,

¿subes orgullos? ¿Bajas derrocados

sueños de un dios en celestial deriva?

¡Oh, tantálico esfuerzo en piedra viva!

¡Oh, aventura de cielos despeñados!

Cuenca, en volandas de celestes prados,

de peldaño en peldaño fugitiva.

Gallarda entraña de cristal que azores

en piedra guardan, mientras plisa el viento

de tu chopo el audaz escalofrío.

¡Cuenca, cristalizada en mis amores!

Hilván dorado al aire del lamento.

Cuenca, cierta y soñada, en cielo y río.

Con este poema, el poeta expresa su gran amor y profunda admiración por su ciudad natal, usando un lenguaje sencillo y evocador. El poema está construido en la estructura clásica de soneto, con dos cuartetos y dos tercetos, en los que sigue un orden para ir describiendo la ciudad desde el inicio como un sueño construido en altura sobre la piedra hasta la parte inferior donde el río Júcar rodea y otorga más belleza a la ciudad. Todo ello para producir la imagen y el sentimiento de una ciudad mágica en sus lectores.

Emplea un tono nostálgico y melancólico, muestra de su añoranza. Cuenca se convierte en un ser vivo gracias al empleo de la figura retórica de la personificación, como un ser inmortal y perenne en el tiempo.

Resumiendo, un poema emotivo y personal del autor, buscando captar la esencia de la ciudad y transmitir y evocar sus emociones a los lectores con un lenguaje sencillo y poderoso.

Su obra le valió de varios reconocimientos y premios, como el Premio de Poesía Ciudad de Alcalá de Henares, el Premio Internacional Ciudad de Melilla, el Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma o el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada. También el reconocimiento en su propia ciudad siendo nombrado como Cronista Oficial e Hijo Predilecto de Cuenca. Además su nombre quedará en el recuerdo de la localidad dando nombre a un colegio y a una calle, así como diferentes monumentos en su honor repartidos por la ciudad. Quizás el mayor reconocimiento así como su deseo personal que nos dejó por escrito el poeta, aunque bajo polémica debido a no cumplir con total fidelidad, está en el Jardín de los Poetas, nombre con el que bautizó a este lugar el mismísimo Federico Muelas en 1956. Actualmente, grabado en piedra, podemos leer y disfrutar de este Soneto a Cuenca en un emplazamiento único para el deleite y disfrute de conquenses y visitantes.

Si quieres conocer más sobre la obra de este autor, no dejes de leer el artículo escrito por Luis Vicente Sánchez Cachero sobre su poemario navideño: https://losojos.es/creacion/madre-a-la-puerta-canciones-villanas-la-catedral-de-cuenca-y-federico-muelas/

Ilustración de András Kresák.

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