Doy para menos
los temas se acaban
no sé cómo desdoblar mi cerebro
darle relevancia a mi sexo
sin parecer un puto enfermo,
y en lo opuesto,
generar esa ternura al que
parece, no se le levanta.
Nunca prioricé mi polla,
(según «notre héros»
un personaje no nombrado de Houellebecq)
el desecho del lívido es la nada,
eso y la pobreza.
Da gusto hablar de cómo comerte el coño
y lo bonito que es tu giro de ojos.
De lo impropio del neoliberalismo
y la pírrica belleza de la globalización.
De las trifulcas en Bangladés
y de cómo aprendí sobre ello.
De cómo florecen los almendros en Malasia
encerrándome a sus nubes.
Dejé las metáforas para los poetas
dejé cualquier intención de ello y
sin quererlo, me quedé
en el borracho que ladra.
Otro temblor en esto,
otra absurda página hacia la nada.