Cuenca, de la mano de Ogro, de Altea Cantarero

Cuenca, de la mano de Ogro, de Altea Cantarero

Fátima Romero entrevista sobre su obra Ogro a la escritora Altea Cantarero

Hay un mundo ahí fuera y muchos dentro.

En las siguientes líneas, discurriendo con la novela de Altea Cantarero, vamos a situar a Cuenca, con sus paisajes naturales y rincones sorprendentes, en nuestro mapa, siguiendo la estela sangrienta dejada por Ogro, una formidable novela de autoría misteriosa.

­­­­­­­­­­­­­­Antes de salir conozcamos a la conductora, que ha tenido a bien responder algunas cuestiones…

 

Fátima Romero: Es difícil, pero me gustaría que te presentaras con pocas palabras…

Altea Cantarero: Soy escritora y publico bajo un estricto pseudónimo: “Altea Cantarero”. Este alias literario es el nombre con el que Ogro, mi primera novela negra, ha visto la luz.

Fátima Romero: Háblanos más de Ogro.

Altea Cantarero: Se trata de la primera parte de una obra tripartita, titulada Trilogía del Ogro: Cuentos de viejas, cuyas próximas dos entregas (la segunda, ya en proceso, denominada Al amor de la lumbre) transcurrirán igualmente en la ciudad y la provincia de Cuenca, en la misma época y contexto, con los personajes que ya conocemos como protagonistas.

Fátima Romero: ¿De qué va el libro?

Altea Cantarero: Ogro se plantea como una novela negra clásica de pesquisa, una historia de misterio muy canónica, con su cadáver sangriento y profanado, sus monjas sospechosas, su inspector jefe castizo a punto de jubilarse… y con la que sin embargo quiero contar más allá también: rescatar, por ejemplo, las voces de niñas y adolescentes que vivieron entonces, testigos privilegiados en el libro, mujeres en ciernes ya, verdaderas protagonistas de la novela. En la atmósfera opresiva y a la vez conmovedora por momentos de ese internado de niñas, en la Cuenca franquista de mediados de los años 60, veremos cómo se desarrolla una historia a ratos de terror, a ratos de fiera sororidad y tierna camaradería, que desafía algunas de nuestras asunciones sobre la verdad o la lealtad.

Fátima Romero: ¿Por qué elegiste esta ciudad y estos lugares como emplazamientos de tu novela?

Altea Cantarero: Desde que era niña mi madre me ha narrado Cuenca, su propia historia, y también cuentos de miedo, de viejas, al amor de la lumbre, sobre raros sucesos, bellas mujeres con patas de cabra en cruces diabólicas… todo en Cuenca huele a misterio antiguo. Es un lugar natural para fabular. Se podría decir de ella también lo mismo que cantaba Carlos Cano sobre su ciudad natal, que «vive en sí misma tan prisionera / que solo tiene salida por las estrellas».

Fátima Romero: ¿Visitaste las localizaciones antes de escribir los capítulos?

Altea Cantarero: Conocía de antes la mayoría de estos enclaves, pero no todos; algunos los fui descubriendo a distancia a través de blogs y webs, que me ayudaron a terminar de recrear esa atmósfera clave necesaria. Realidad e imaginación, historia y leyenda, como siempre sucede, se mezclan en un anfibio indistinguible y fabuloso.

Fátima Romero: ¿Los has visitado después? ¿Han cambiado para ti?

Altea Cantarero: Sí, y sí. Algunos de esos lugares que no tenía tan registrados previamente pero que, sin embargo, devinieron cruciales en ciertos momentos de la trama, los he podido visitar después con ojos nuevos. La orilla del Júcar bajando el puente de San Antón, sabiendo como sé ahora eso tan crucial que sucede allí en mi historia, ha cambiado para siempre. O el paseo nocturno por la Hoz del Júcar… o las casas misteriosas por la del Huécar…

Fátima Romero: Ahora sí: llévanos de la mano por los escenarios de tu novela. No están todos porque algunos destriparían el misterio…

Altea Cantarero: Podemos empezar la ruta por los puentes de San Antón y San Pablo…

«Libertad no la vio hasta que casi ganaba el otro lado del hermoso puente de piedra que ya construyeran los moros. Un puente pequeño para un río grande, el Júcar, frente a aquel otro, el puente grande, el de San Pablo, para un río pequeño, el Huécar… pensó distraídamente Benigna, por ocuparse en algo».

Imagen 1: Puente de San Antón (fotografía de Altea Cantarero, 2021).

«[…] desde el famoso puente de San Pablo en esta localidad, también llamado «puente de los suicidas» por la frecuencia con que gustan los desesperados de poner fin a su vida desde allí».

Imagen 2: Puente de San Pablo (fotografía de Skaja Lee, 2019). Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Puente_de_San_Pablo_-_49275474232.jpg

«Aunque se trataba de una vieja casa solariega, olvidada, clausurada y con las ventanas tapiadas, medio escondida en un recodo de la inmensa y bellísima hoz del Huécar, a nadie le podía pasar desapercibida la gran veleta sin par que coronaba la parte más alta de su tejado».

Imagen 3: hoz del Júcar desde el puente de San Pablo (fotografía de Enrique Íñiguez Rodríguez, 2010). Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Puente_de_San_Pablo_2.JPG

«El pasado martes, cumpliéndose justo los siete días del abominable crimen que ha marcado Cuenca para siempre, un vecino alertó a las fuerzas del orden de haber encontrado unas extrañas telas ensangrentadas anudadas en la reja de la Casa de la Sirena, por la zona de las Casas Colgadas y en pleno casco antiguo de la villa».

Imagen 4: Casa de la Sirena (Enrique Matías Sánchez, 2008). Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Museo_de_Arte_Abstracto_Espa%C3%B1ol_en_Cuenca.jpg

«La Cruz de los Descalzos, en la tierra aledaña a la Ermita de las Angustias, ha sido siempre una de las grandes fuentes de leyenda local, con su aspecto medieval, de piedra antigua verdecida, su perturbadora mano tallada —más bien una zarpa de largas uñas— bajo el crucero, sus símbolos enigmáticos que muchos no aciertan a descifrar».

«El mismo ogro (el mismo demonio, en realidad) que se encarnó en una bella mujer en la leyenda de la Cruz del Diablo con la mano esculpida en la Ermita de las Angustias. (…) Siempre ha estado rondado por aquí, ese ogro… que a veces tiene forma humana, según esta venerable vecina…».

Imagen 5: Cruz del Convento de Franciscanos Descalzos (fotografía de Enrique Íñiguez Rodríguez, 2010). Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Convento_de_Franciscanos_Descalzos._Cruz.JPG
Imagen 6: Ermita de la Virgen de las Angustias (fotografía de Enrique Íñiguez Rodríguez, 2010). Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Ermita_de_la_Virgen_de_las_Angustias._Exterior.JPG

Aviso para navegantes

Hay muchos otros lugares emblemáticos hermosísimos que conocer a través de la historia de la novela (y la segunda parte promete todavía más), pero no se pueden reproducir aquí más fragmentos alusivos porque se desvelarían elementos fundamentales de la trama. ¡La novela te está esperando!

Puedes consultar también información aquí: https://mapadelibros.es/provincia/cuenca/

 Para terminar, dime un lugar que hayas conocido por una novela.

—El mundo entero, en realidad. Leo porque la vida no me basta, como decía Pessoa. ¿O era escribo? Ambas valen, para el caso. Pero, por intentar concretar alguna respuesta a tu pregunta… se me viene ahora a la mente el Bariloche de Andrés Neuman; leí su novela siendo una joven estudiante, y Bariloche sonaba a algo mágico y remoto. De hecho, en la Patagonia, esa expresión hecha proverbial en castellano sobre irse lo más lejos posible. Muchos años después, ya escribiendo Ogro, yo misma pude conocer Bariloche, ponerle su rostro-perfume de lavanda y chocolate… ¡y hasta otorgarle un lugar en mi novela! También allí, sí, Bariloche y la Patagonia argentina poseen de hecho un lugar entrañable.

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¿Te atreves a averiguar quién es el Ogro del Júcar?

Para conocer más sobre la autora y su obra (entrevistas, noticias en prensa, crítica literaria…), puedes visitar la página https://www.amazon.es/Altea-Cantarero/e/B095CTLYYS?ref_=dbs_p_ebk_r00_abau_000000

CRÉDITOS / AUTORÍAS

De las preguntas de la entrevista e idea original: Fátima Romero

De las respuestas y edición de texto e imágenes: Altea Cantarero

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