Vi constelaciones en farolas
y unos ojos, no sé, quizá grisáceos
o azules,
pero atravesaban, atravesaban.
Los grillos suenan y no es relajante,
proyectan películas de cine experimental en mi cabeza,
las paredes craneales son una lona blanca
donde se reproducen imágenes bizarras en blanco y negro.
Begotten como jaqueca.
También hay imágenes de islas podridas del Pacífico
bajo las miradas de un dios atento.
Mi corazón está…
(no recuerdo muy bien, sé que lo leí)
colgado, roído por culebras.
Mi corazón ahitado y solo,
aprovechado por las sombras de esas sierpes irreales
(las que hablaba el poeta, letrista sin guarismo).
Hay un estilicidio arterial
que pasa por mi hígado
y transforma mi sangre en menstruación de alguna puta sifilítica,
lo encauza en una vena y vuelve,
estampándose con las paredes del órgano,
como mi musa.