Existen taquicardias de corazones sincopados
en núcleos urbanos donde danzan
con espasmos maravillosos bultos de humanos.
Mi presencia es monónima a la soledad onomástica
hasta andando normal me confundo siendo el extraño.
Los latidos que aún están
han cambiado.
No me gusta ver el fútbol, ni el boxeo, ni la danza,
pagaría por ver una tormenta en el mar
pensar en si se esconden los peces
mientras me devoran siendo animálculo
tragado por lo tragado.