Soy celoso de mis recuerdos,
imaginarme besándote me da rabia
¿Quién me creo?
Imaginarte besándome me da que pensar
¿Estará loca?
Cometeré un acto casi atrevido;
creeré rozarte en una calle,
no sabré si es delirio
o un sueño, mientras pienso en lo que me gusta,
un fuerte viento y los precipicios,
pero no a la vez, eso podría ser, bueno, ya sabes.
Del fuerte viento me gusta mi vergüenza
y de mi vergüenza la viveza,
el poco pelo descolocado.
De un barranco, imaginarme
como sería ser la última piedra de la inclinación,
esa inclinación estará en un eje
y ese en ángulo,
de cuarenta y siete grados , o treinta y pico,
rectas convexas,
ángulos ombexos, ombexos sombreros,
sombreros combados, combados cóncavos,
cóncavos cavobados,
concángulos transversos, transversos transexos…
En fin, infinitas formas y yo
soy el último canto creado, el primero olvidado.
Me lanzaron, me quedé en el final
adelantando al primero creado,
Estoy tranquilo, siento paz y soledad.
Si me buscas, no te diré donde,
en un sitio deshabitado,
esos sitios, como los baños en gasolineras
el olor a orina estancada los hace desangelados
—aquí no hay mal olor—.
Si me buscas, estaré pasando la piedra Yunque
del barranco de Santa María.